Esta es la aplicación de la fibra de vidrio sobre el casco de la lancha, lo que he hecho es poner un registro hecho de plastilina para poder hacer la lancha en dos partes, en este caso la primera parte ha sido el casco.
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La primera regla de la creatividad es, perderle miedo al ridículo.
Ahora el desmoldado, aqui se retiran las partes, en este caso por desgracia se quedo pegado el modelo de madera al molde del casco y por eso se tuvo que destruir, pero bueno sin importar eso porque ya no servia para nada entonces proseguí a la separación de esos moldes ya listos para hacer el positivo sobre el molde.
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La primera regla de la creatividad es, perderle miedo al ridículo.
Esta parte es la de las piezas en positivo ya desmoldadas y el pegado de ambas con pasta para lamina. También la herrería de aluminio, las piezas que van a servir para construir la estructura que sostendrá el timón los estabilizadores y la hélice.
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prueba de flotabilidad del casco y que no haya huecos
La primera regla de la creatividad es, perderle miedo al ridículo.
Hola el primero quedaron muy emparecadisto como molde y las segunda que mas o menos en fibra como quedo chueco o hay que emparecarlos bien? siga para mi me complica hacer las fibra.
Saludos!!
Genaro Miranda, no entendí mucho tu comentario pero hasta este punto aun no esta alineado correctamente todo, pero en los siguientes pasos quedará mucho mejor, eso espero, gracias por comentar y continuamos...
La primera regla de la creatividad es, perderle miedo al ridículo.
Bueno ahora ya que tengo cortadas y perforadas las piezas de aluminio y terminado el timón lo que hago es perforar el casco de la lancha donde irán los tornillos para sujetar la herrería, todo esto antes de pintar ya finalmente todo....
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La primera regla de la creatividad es, perderle miedo al ridículo.
Ahora ya la aplicación de varias manos de pintura para el acabado final de base negra....(en una parte de la pintura se daño una parte y hubo que lijar y pintar de nuevo, cosas que pasan!!)...
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La primera regla de la creatividad es, perderle miedo al ridículo.